jueves, 18 de agosto de 2011

Raú ...

Raúl

Sin duda tus momentos más felices fueron aquellos en que te rodeaste de quienes te quieren, entorno a la mesa, conversando de las mismas anécdotas de siempre, hablando y riendo con ese tono de voz alto propio de nuestra familia.

Hoy quizás nuestra voz este más suave y nuestros rostros no estén riendo, sin embargo estamos aquí, entorno a lo único físico que nos dejas, tu cuerpo, que no es lo que hoy nos duele ver partir, sino que es la idea de no poder compartir nuestros infinitos recuerdos junto a ti.

Sé que nuestra vida de padre e hija no fue perfecta, pero a través de los años aprendí a amar tú imperfección y de ella hoy solo recuerdo tus grandes virtudes;
La sencillez de alegrarte con las cosas simples tales como compartir con tus hermanos, amigos e hijos, también con tus perros, con reírte de nuestros pololos, en fin...

Reconozco no haberte mencionado que admiro profundamente tu inteligencia y tu increíble y absurdo sentido del humor, incluido hasta en los momentos menos adecuados.

...Hoy nos hará falta cada minúscula idea de ti...

Siento que despido a una persona muy diferente a la que todos estos años creí conocer y es que tu cobardía en los momentos difíciles al final se transformó en una lucha incansable por vivir, lucha que deja en mi una profunda paz y gran admiración.

Quizás para quienes oyen mis palabras he dicho solo virtudes y no quiero decir que su vida haya sido perfecta, de hecho no lo fue, lo que sucede es que nuestro dolor es producto de sus lindas cualidades y sus defectos son sólo una anécdota de su vida.

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